2020 Mara Fox Award Recipient
2020 Mara Fox Award for Service to the Hispanic Community
The Mara Fox Award is given to a senior who has studied Spanish at Notre Dame and contributed outstanding service to the Hispanic community.
Julia Cogan
Entramos en el cuarto, decorado con carteles de información gubernamental y mapas geográficos de los Estados Unidos. Solo éramos nosotras dos, María y yo. María era una buena estudiante.
Nos sentamos una frente a la otra en una mesa de plástico disfrazado de madera y empezamos el examen. Le recordé a María que, aunque mis preguntas eran solo de práctica, ella tenía que responder en inglés. Asintió sin decir nada más que un sencillo okay y respiró hondo para prepararse.
María era una buena estudiante. Había practicado mucho por su examen de ciudadanía estadounidense el día siguiente. También sus hijos le ayudaban a pronunciar la dirección de su casa y su número de teléfono y varias cosas más. Tenían doce y ocho años, los dos; un hijo mayor y una niña más joven. Cada vez que María hablaba de sus hijos me hizo pensar en unos momentos cuando trabajé en el jardín de niños de su escuela, St. Cecilia.
Las primeras secciones eran fáciles e exentas de problemas. Hubo memorizado mucha información para recitarlo durante su entrevista – incluso aprendió lo que significaba mientras memorizaba. Pero en el momento que llegamos a la sección de hablar en el examen, ella se trabó.
Eran preguntas difíciles para hablantes nativos de inglés. ¿Cómo se podría describir la tortura, el terrorismo, la prostitución y otros temas especialmente incómodos en un lenguaje extranjero? María era una buena estudiante, pero le faltaba el léxico para describir en inglés qué significaba ese vocabulario.
El mayor problema era que yo hablaba español.
Enseñábamos las clases de ciudadanía completamente en inglés por causa de la demografía diversa de los estudiantes. Sin embargo, trabajé muchos días con los estudiantes, por ejemplo, María, que hablaban español porque yo pude explicar las lecciones, la gramática, las funciones del gobierno, todo usando su primera lengua. Al inicio, eso parecía beneficioso, pero al final resultó peligroso.
María me miró, dudando cómo responder. Casi podía ver su mente trabajando, girando dentro de su cabeza. Vi la tentación; deseaba hablar en español. Sería más fácil, razonó, porque nosotras dos sabíamos que ella reconoció la palabra por practicarla otras veces en ese mismo cuarto, a la misma mesa, bajo los mismos carteles.
En realidad, quería practicar mi español con ella, ya sabía que ella entendía el vocabulario. En realidad, las preguntas funcionaban para verificar que los candidatos no eran terroristas ni criminales peligrosos. María no era ninguna de éstas. Ella era una buena estudiante. Además, era buena madre. Quería ser una ciudadana estadounidense para su familia – para sus hijos en la escuela primaria que necesitaban ayuda financiera y para su marido que estaba trabajando todavía en México hasta que podría solicitar un permiso de residencia. Por más que deseaba hablar español con ella, mis ojos le suplicaron a María que contestara en inglés. Y lo hizo. O mejor lo trató. Era chapurreado y lento, pero esperaba que fuera suficiente para pasar el examen. Estaba orgullosa de María. Le dije que debía estar orgullosa de sí misma.
El día siguiente pasó el examen y la próxima semana se hizo una ciudadana y comenzó la solicitud para permiso de residencia para su esposo.
Tal vez no practiqué mi español por la manera en que yo pensaba. Sin embargo, aprendí por mi relación íntima con una persona que significaba mucho para mí hoy en día lo que es cuidar a la familia. María sí aprendió inglés para su propia carrera y uso diario, pero más de eso ella hizo el examen para su familia: sus hijos y su marido que eran más importante que todo el mundo.
La semana siguiente, celebré con María y su familia con todos los estudiantes de las clases de ciudadanía estadounidense. Conmemoramos su triunfo y tal vez más importante la reunión de su familia.
Aunque María no estudia más el inglés, cada vez que nos juntamos ella trata de dar un reportaje de su familia en inglés y me pregunta de mi vida universitaria. María me hace sentir como su familia y estoy orgullosa de ella por su aprendizaje del lenguaje, pero aún más por todo que ella hizo cuando era mucho más difícil. Recuerdo su determinación frente a la tentación cuando podía tomar el camino fácil, y resuelvo continuar y alcanzar más allá por las personas que me significan mucho.